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Victoria Kent, abogada y política republicana española y la segunda mujer española en colegiarse.


Victoria Kent Siano (Málaga, 6 de marzo de 1891 - Nueva York, 26 de septiembre de 1987) fue una abogada y política republicana española. Fue la segunda mujer española en colegiarse para ejercer como abogada tras Ascensión Chirivella Marín (que se colegió en Valencia en 1922) y la primera en hacerlo en el Colegio de Abogados de Madrid, en 1925, durante la dictadura de Primo de Rivera. Se convirtió, además, en la primera mujer del mundo que ejerció como abogada ante un tribunal militar y en una de las tres mujeres diputadas del Congreso de los Diputados durante la Segunda República.

Además de dedicarse a la abogacía, abrirá un bufete de abogados especializado en derecho laboral —siendo la primera mujer en España en lograr esto.

Durante la II República fue nombrada directora general de Prisiones por el Gobierno provisional presidido por Alcalá-Zamora, en abril de 1931.​ Ocuparía este puesto durante poco más de un año en el que constató la miseria y el abandono de las prisiones españolas. Desde este cargo introdujo reformas con la intención de humanizar el sistema penitenciario, especialmente en lo que se refiere a la reinserción y la rehabilitación de los presos, con la pretensión de hacer que la cárcel se erigiera asimismo como escuela, siguiendo la labor ya emprendida por Concepción Arenal en el siglo XIX.

Uno de los momentos más distinguidos y controvertidos en la vida y obra de Victoria será su oposición al sufragio femenino ante las Cortes españolas en 1931, cuando se enfrentaría a otra feminista, Clara Campoamor, en una batalla dialéctica y trascendental sobre una cuestión que repercutiría enormemente en los derechos de las mujeres. Su opinión era que la mujer española carecía en aquel momento de la suficiente preparación social y política y que, debido a la influencia de la Iglesia, su voto sería conservador, beneficiaría a la derecha católica y, por tanto, perjudicaría a la República. ​La opinión de su oponente era, en cambio, que independientemente del resultado de las urnas toda mujer debía tener el derecho de votar, pues defendía la igualdad de todos los seres humanos. El debate fue seguido por los medios de comunicación, que espolearon burlas y comentarios como: "dos mujeres solamente en la Cámara, y ni por casualidad están de acuerdo", o "¿qué ocurrirá cuando sean 50 las que actúen?". De hecho, la prensa las apodó irónicamente La Clara y la Yema.​ Tras su intervención Victoria perdería su popularidad, no saliendo elegida como diputada en las elecciones de 1933.

Finalmente, el debate lo ganaría Campoamor, logrando que en las siguientes elecciones, en 1933, votasen las mujeres por sufragio universal. La derecha se presentó unida a dichos comicios, al contrario que la izquierda, y ganó. Posteriormente la parte más radical de la izquierda culpó a las mujeres y, en especial, a Clara Campoamor, por esa victoria.


Victoria Kent Siano | Archivo CNE

Trataré, lo primero de arreglar las cárceles de mujeres, no por ser mujeres, sino por ser más urgentes. Mi criterio es de absoluta igualdad.
La mujer, en general, delinque poco, pero sufre un castigo mil veces más duro que el hombre. Yo he visto algunas cárceles de mujeres, y son un espectáculo que llena de horror. No es posible que un país civilizado soporte esta vergüenza más tiempo.

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