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Pilar de Valderrama, poetisa y dramaturga española del Postmodernismo, conocida como Guiomar.


Pilar de Valderrama Alday (Madrid, 27 de septiembre de 1889 — Madrid, 15 de octubre de 1979) fue una poetisa y dramaturga española encuadrada en el postmodernismo, conocida como Guiomar​, gracias a su relación epistolar con Antonio Machado entre 1928 y 1936.

Pilar Valderrama, perteneciente a la alta burguesía madrileña, se casó a los 19 años con Rafael Martínez Romarate, ingeniero que después de la guerra dirigió la luminotecnia del teatro María Guerrero de Madrid, y con el que tuvo tres hijos.

Desde muy joven dedicó gran parte de su actividad a alternar en ambientes culturales. Fue miembro del Lyceum Club, donde se reunía la flor y nata de la intelectualidad femenina del primer cuarto del siglo XX. Formó tertulia con Concha Espina, María de Maeztu, Zenobia Camprubi, esposa de Juan Ramón Jiménez, y otras consortes de intelectuales o artistas como Mabel Rick, mujer de Pérez de Ayala, y gustó de reunir en su casa a otras figuras del momento, Cansinos Assens, Araujo Costa, Huberto Pérez de la Ossa, Ruiz Contreras o Victorio Macho, escultor con el que se había casado una hermana de su marido. También montó en su casa una compañía de teatro de aficionados, bautizada Fantasio.

Su obra nunca le dio fama, siendo más conocida a partir de 1981, cuando se hizo pública su identidad en relación con la Guiomar de Machado (si bien algunos ya lo habían intuido desde 19643​). En su libro de memorias Sí, soy Guiomar,​ publicado póstumamente en 1981, Valderrama incluyó las cartas del poeta que "había salvado al azar". En su selección de recuerdos y evocaciones hay una que recoge la oferta del poeta para incluir versos de Pilar en el libreto de La Lola se va a los puertos, obra teatral escrita en colaboración con su hermano Manuel, (quien probablemente convenció al enamoradizo poeta de que no mezclase los espejismos con las lentejas).

Iniciada probablemente en 1928, la extraña relación entre Pilar y el maduro poeta fue mantenida en secreto hasta 1950. En ese año, once tras la muerte de Machado, un libro de Concha Espina vino a descubrir la poética del idilio, protegiendo la identidad humana que había detrás de Guiomar. El documento aportaba copias fotográficas de fragmentos de cartas del poeta, pero su identidad quedó en suspenso hasta 1981, con la publicación de las memorias deliberadamente póstumas de Pilar de Valderrama,​ acompañadas de las 36 únicas cartas que ella conservaba de las más de 240 que le escribió Machado, y algunos de los versos dedicados a Guiomar.

Según relató Pilar Valderrama en su libro Sí, soy Guiomar, en marzo de 1928, teniendo ella 38 años, su esposo le había confesado su infidelidad con una joven que se acababa de suicidar. El natural despecho y la confusión la llevaron a buscar descanso y soledad en Segovia, donde el poeta era profesor de francés en un instituto. Pero no fue en esta ocasión cuando conoció a Machado, sino durante un segundo viaje a dicha ciudad en junio de aquel mismo año. Entonces le envió una carta de presentación de parte de María Calvo, hermana del actor Ricardo Calvo, amigo de Machado, y él se presentó a saludarla a su hotel. Pilar de Valderrama le invitó a cenar al siguiente día en el hotel y el poeta, que tenía entonces 52 años, por lo visto, se enamoró desde el primer instante. Aunque Pilar le advirtió de que, por su condición de casada, solo podría ofrecerle una inocente amistad.

La relación, que ella afirma casta, a lo largo de los casi ocho años que duró, quedaba limitada a citas semanales en Segovia o en Madrid (primero en los jardines de la Moncloa y luego en un apartado café cerca de Cuatro Caminos al que llamaban “nuestro rincón” o el “rincón conventual”); complementándose con un correo secreto, a razón de una o dos cartas por semana. En todas sus cartas Machado se presenta como “tu poeta” y la invoca a ella como su “diosa”. Cuando no pueden verse, acuerdan mantener a hora fija una cita imaginaria llamando a ese momento de mutua comunión espiritual “el tercer mundo”, al que alude Machado repetidamente en sus cartas, y que da título a una obra teatral de Pilar (detalle que hasta que Pilar explica en sus memorias dio pie a que muchos, interpretándolas como citas reales, dudaran del carácter platónico que siempre tuvo su relación, y que de algún modo corroboran las quejas de forzada castidad que Machado hacía en sus cartas a Pilar).

En 1935, Pilar, puso como pretexto la inseguridad de las calles en Madrid para cancelar sus secretas citas semanales en el café de Cuatro Caminos, y a partir de entonces solo se comunicaron por carta; relación epistolar que se cerró definitivamente en marzo de 1936, cuando el marido de Pilar —que o disponía de una información privilegiada o tuvo el sueño de José, es decir, profético— creyó prudente exiliarse con toda su familia a Estoril, desde donde la censura de fronteras entonces existente les impidió continuar su secreta correspondencia (siempre según Pilar Valderrama).

Machado continuó escribiendo versos a Guiomar. Entre ellos, sobresale el soneto incluido -y en cierto modo camuflado- en sus poesías de guerra; soneto escrito en Valencia y, en opinión de los más románticos, última de sus secretas cartas a Pilar, a quién Machado suponía aún refugiada en Estoril.

De mar a mar, entre los dos la guerra más honda que la mar. En mi parterre, miro a la mar que el horizonte cierra. Tú asomada, Guiomar, a un finisterre, miras hacia otra mar, la mar de España que Camoens cantara, tenebrosa. Acaso a ti mi ausencia te acompaña. A mí me duele tu recuerdo, diosa. La guerra dio al amor el tajo fuerte. Y es la total angustia de la muerte, con la sombra infecunda de la llama y la soñada miel de amor tardío, y la flor imposible de la rama que ha sentido del hacha el corte frío.

Es interesante observar que Machado nunca reveló su relación, ni siquiera a su madre o hermanos. Asimismo, se ha dado demasiada importancia al detalle —quién sabe si del todo cierto y quizá insignificante, dada la costumbre de Machado de llevar los bolsillos llenos de todo tipo de anotaciones— de que en el abrigo del poeta se encontrasen, tras su muerte, un papel garabateado a lápiz con la frase de Shakespeare "ser o no ser", un último verso alejandrino: «Estos días azules y este sol de la infancia...», y una cuarteta de Otras canciones a Guiomar (a la manera de Abel Martín y Juan de Mairena), corregida así: "Y te daré mi canción: / Se canta lo que se pierde / con un papagayo verde / que la diga en tu balcón".

La cruda realidad

En realidad Pilar, tras el golpe militar del 18 de julio de 1936, regresó a España, a una casa que la madre de su marido tenía en Palencia y a la finca "El Carrascal", junto a Paredes de Nava, donde había corrido a "recuperar" (según sus propias palabras) las propiedades que como terrateniente le había devuelto la ocupación de la zona por las tropas franquistas.

Pilar sin Machado

Según algunos biógrafos, fue la finca de "El Carrascal" la inspiradora del nombre Guiomar, por encontrarse en el antiguo señorío del poeta Jorge Manrique (por el que, al parecer, tanto Antonio como Pilar sentían veneración), poeta castellano que dedicó algunos versos a su amada esposa Guiomar de Castañeda. Según el relato de Pilar fue en dicha finca donde le llegó la noticia de la muerte del poeta, meses después de sucedida. También pasarían algunos años para que tuviese conocimiento de la última 'carta-soneto' de Machado.

En 1938 —y dentro de la España controlada por el ejército rebelde— Pilar y su marido, como miembros del Teatro Nacional montado y dirigido por Luis Escobar anduvieron de gira representando numerosas obras de tradicional teatro clásico.

Afincada de nuevo en Madrid desde 1940, Pilar de Valderrama intercambió confidencias con su amiga Concha Espina, descubriéndole en 1950 su relación con Machado; la novelista la animó a hacerlo público "en honor del mejor conocimiento del poeta". Pilar aceptó a condición de seguir ella en el anonimato. De ese modo se descubrían estos datos íntimos de Machado con la razón de "explicar al fin" aquellos versos que hasta entonces y para algunos "resultaban inexplicables". Pilar de Valderrama murió en 1979, pocos días después de cumplir 90 años. Sus memorias se publicaron dos años después y las cartas de Machado fueron donadas a la Biblioteca Nacional. En 1930 fue nombrada miembro correspondiente de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz.

Opiniones y juicios

Hasta 1950, las interpretaciones que la crítica literaria dio al significado de Guiomar carecieron de base al desconocerse lo que había detrás de ese nombre. A partir de aquel año, el libro de Concha Espina la identificó con una desconocida a quien Machado dirigía las enamoradas cartas que allí se hacían públicas por primera vez. Y aunque con esas claves la conexión parecía evidente, la información era tan fragmentaria que todavía autorizaba a algunos biógrafos y estudiosos de Machado a atribuir a Guiomar otros significados diferentes.

En 1981 el tema, entre morboso y erudito, dio un nuevo giro con la publicación de las memorias de Pilar de Valderrama, en cuyo título la autora publicitaba y reconocía su identidad con Guiomar, aportando además, como prueba, 36 cartas de Machado. A pesar de tales evidencias, todavía existen algunas teorías como la que, a través de la obra filosófica de Machado, plantea que Guiomar es un ente filosófico abstracto más cercano a su esposa Leonor fallecida en 1912; o la que, apoyándose en el descubrimiento de unos poemas a Guiomar supuestamente previos a la fecha en que Machado y Pilar se conocieron, concluye que Guiomar no es sino otro de los imaginarios apócrifos de Machado, como Abel Martín o Juan de Mairena; investigaciones posteriores han invalidado esa temprana datación de dichos poemas.

Por su parte, los biógrafos más autorizados de Antonio Machado, posteriores a 1981, fecha en que apareció Si, soy Guiomar. Memorias de mi vida, coinciden en denunciar el vampirismo literario y vital que puso en juego Pilar Valderrama. Pero a pesar de la enfermiza expectación —el popular morbo— que despertaron las revelaciones de Concha Espina en 1950 envolviendo el "caso Guiomar", la gran venganza del destino nació de la mezcla de inteligencia y amor que parece emanar de todos los actos de Antonio Machado, en lo literario como en lo vital. Lo cierto es que el poeta convirtió la amiga interesada en musa, creando un personaje mixto, mitad objeto del deseo, mitad apócrifo femenino de sí mismo, por sí mismo y contra sí mismo. O como podría decir Juan de Mairena a sus alumnos: "...aquella mujer no era trigo limpio, pero el poeta supo hacer de ella un buen pan".

Prescindiendo de eruditos, biógrafos, críticos e incluso apócrifos, el último juicio le corresponde a Machado:

Todo amor es fantasía: él inventa el año, el día, la hora y su melodía, inventa el amante y, más, la amada. No prueba nada contra el amor que la amada no haya existido jamás.

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