Los trastornos alimenticios o trastornos de la conducta alimentaria (TCA) engloban varias enfermedades crónicas y progresivas que, a pesar de que se manifiestan a través de la conducta alimentaria, en realidad consisten en una gama muy compleja de síntomas entre los que prevalece una alteración o distorsión de la auto-imagen corporal, un gran temor a subir de peso y la adquisición de una serie de valores a través de una imagen corporal, aunque hay ciertos trastornos alimentarios que hacen que una persona ingiera excesivamente los alimentos.
En los últimos 40 años, los TCA surgieron como enfermedades cada vez más frecuentes, sobre todo en adolescentes. Los estudios sobre la frecuencia de estos trastornos muestran un aumento preocupante, principalmente en la población de mujeres jóvenes. Se ha encontrado que entre 1% y 2% de las mujeres padecen de anorexia nerviosa (AN), y entre 1% y 3% padecen bulimia nerviosa (BN). Estos trastornos se presentan en una proporción de 10 a 1 en las mujeres con respecto a los varones, aunque en los últimos años se ha incrementado el número de varones que los padecen. Generalmente el inicio de los trastornos de la conducta alimentaria es de los 14 años hasta los 20.
No es posible mencionar un único factor como causa de la aparición de un trastorno de la alimentación, pues las psicopatologías alimentarias son provocadas por múltiples factores, lo que significa que existe una combinación de causas individuales, familiares y socioculturales que desempeñan un papel importante en el desarrollo de cualquier trastorno de la alimentación existente en la actualidad, así como también en el mantenimiento del mismo. Además, los factores en sí no deben ser considerados como causales definidos y diferentes, sino como agentes que pueden hacer a una persona más vulnerable a desarrollar un trastorno alimenticio.
Los trastornos alimentarios no afectan únicamente a la manera de comer; en realidad, se desarrollan como resultado de problemas en la percepción y en la forma en que una persona se ve a sí misma y en relación con su mundo, problemas que son causados por múltiples factores que se vuelven cíclicos y se realimentan a sí mismos, pues los efectos de la desnutrición y semi-inanición agravan los problemas subyacentes y cronifican el problema.
Los trastornos de la conducta alimentaria afectan a un 5% - 10% de la población con edades comprendidas entre 12 y 25 años. Es la enfermedad mental más mortal por sus complicaciones físicas y suicidios.
Los factores sociales que predisponen a la enfermedad, e incluso la desencadenan, son muchos y muy complejos. La presión social y mediática que existe en torno a la línea y el adelgazamiento tiene un papel decisivo en la aparición y desarrollo de la enfermedad; la moda y la publicidad incitan más frecuentemente a adelgazar que a mantener una buena salud.
Los factores socioculturales predisponentes que podrían influir e incluso desencadenar el curso de la enfermedad son, en general, la presión y los estereotipos sociales. Los detalles sobre cada uno de ellos se especificarán a continuación.
El “mito de la belleza”
A partir de 1960 aproximadamente, la medicina descubrió que ser obeso no era saludable. Con este concepto se buscó indicarle a las personas como llevar una mejor calidad de vida, pero también nacieron la industria de las dietas, la preocupación por la delgadez y la dictadura de la silueta. Las personas que sufren de desórdenes alimenticios encontraron en el concepto expuesto una solución “mágica” para todo: adelgazar.
En nuestra sociedad existe preocupación por la comida, las dietas, el talle. Se considera como ideal el cuerpo esbelto, y hay una creencia de que la gordura es mala. La delgadez, que se asocia, de algún modo, con belleza, elegancia, prestigio, juventud, aceptación social, etcétera, aparece como la solución salvadora, machacada como la clave del éxito desde todos los medios. Muchas personas suponen que una silueta de modelo —tal vez imposible para la estructura de algunos individuos— les garantizará la felicidad; ese deseo de adelgazar supone un anhelo por destacar y ser valorado de modo particular, por ser aceptado y no rechazado.
En la sociedad actual parece prevalecer la apariencia física, y los trastornos culturales han llevado a crear una auténtica “cultura de la delgadez”, al tiempo que se le ha concedido importancia al “mito de la belleza”, que posee las siguientes características:
Es objetivo. El mito indica que la belleza es objetiva, que no se fundamenta en la subjetividad personal, sino en la imparcialidad y en la razón. En este ámbito no existe interés económico, ni ideológico, ni de ninguna otra especie. El mensaje tiene su base en la neutralidad.
Es histórico. El mito siempre ha existido, pero el modelo de belleza ha ido modificándose a través de la historia.
Vincula a la belleza con la sexualidad y con el amor. En esta cuestión el mito da a entender que cuanto más bella sea una persona tanto más atractiva será sexualmente.
Vincula a la belleza con la salud.
Los trastornos alimentarios son una enfermedad en muchas ocasiones invisible. Nuestra sociedad comprende perfectamente que una persona puede tener distintas enfermedades pero cuando se trata de trastornos de la alimentación, enfermedades como la anorexia, bulimia… son vistas desde el punto de vista del que las padece como algo que debe sobrellevarse en la intimidad o de lo que avergonzarse.
El 2 de junio se celebra el Día de acción por los TCA’s, un día en el que todo el mundo, todas las clínicas, profesionales, familiares y pacientes que conocen los trastornos alimentarios, unen sus fuerzas para dar visibilidad a esta enfermedad.