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Anita Sirgo, militante comunista española y emblema de la lucha obrera y antifascista.​


Ana Sirgo Suárez, conocida como Anita Sirgo, (El Campurru de Lada, 20 de enero de 1930)​ es una militante comunista española. Tuvo un papel muy activo durante la Huelgona de 1962, colaborando de manera destacada para que tuviera éxito. Es considerada un emblema de la lucha obrera y antifascista.

Anita Sirgo obtuvo gran parte de su popularidad por su trabajo durante la llamada Huelgona. Aproximadamente un mes después del comienzo de la Huelga minera de 1962, empezaba a vislumbrarse un fracaso, habiendo mineros que plantearon volver a trabajar. Dada la situación, las mujeres de la Cuenca minera deciden organizarse y apoyar activamente la huelga ante la situación de miseria en que se encontraban. Así, organizaron piquetes e impidieron que los esquiroles pudiesen acceder a los pozos.

Además, Anita Sirgo participó de forma decisiva en la organización de los grupos clandestinos de mujeres durante la huelga, contando con la colaboración de mujeres como Tina Pérez o Celestina Marrón.​ Estos grupos se ocupaban, entre otras cosas, de recolectar ayuda en forma de alimentos, transmitir mensajes o repartir pasquines.

Sirgo participó en el encierro en la catedral de Oviedo durante la Huelga de 1962 junto con cerca de cuarenta mujeres más. Bajo el principio de la no violencia activa, pretendieron con ello dar visibilidad a la lucha en todo el territorio español y llegaron a contar con el apoyo del obispo auxiliar de entonces, Segundo García de la Sierra. Finalizaron el encierro después de que se organizaran huelgas de solidaridad en países como Francia o Bélgica, dando por concluida su tarea.

Por su activismo durante la huelga, Anita Sirgo sufrió los efectos directos de la represión. Fue encarcelada y rapada a tirones, a pesar de lo cual no delató a ninguno de sus compañeros del Partido. En la cárcel, sufrió torturas y quedó sorda del oído izquierdo después de una paliza que le propinó Antonio Caro Leiva, capitán de la Guardia Civil. Además, el por entonces ministro del régimen franquista, Manuel Fraga, se mofó públicamente de ella y llegó a negar las torturas y palizas.

Tras su arresto y tras haber sido identificada por la Guardia Civil, Anita Sirgo se vio obligada a exiliarse en París junto con otros miembros del Partido Comunista, entre ellos Santiago Carrillo. Aprendió a leer y escribir durante el tiempo que permaneció allí, mientras en la Cuenca estaba en busca y captura. Al cabo de dos años y ante la impotencia de no poder colaborar con la lucha obrera, en 1966 Sirgo decidió volver a Asturias con el consentimiento del Partido. Una vez en Oviedo, es requerida y detenida por causas militares y pasa cuatro meses en la cárcel, uno de ellos a causa de que se negara a pagar 100 000 pesetas de multa.

En 2013 fue una de las firmantes de la causa contra los crímenes del franquismo investigados por la jueza argentina María Romilda Servini. Al año siguiente se manifestó con el Tren de la Libertad y junto a las Marchas de la dignidad.

Sirgo narra a menudo cómo durante la Huelgona lanzó mazorcas de maíz a los esquiroles, según ella misma «para llamarlos gallinas». Asimismo, cuenta cómo cuando se reunían varias amigas colocaban una cafetera vacía en la mesa para que la situación pareciera sencillamente la de unas amigas que se reúnen a tomar café, evitando así las sospechas de la Policía secreta.

"La única pena que tengo es que todo lo que se consiguió fue a fuerza de palos"


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