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Silvia Federici, escritora, profesora, activista feminista y marxista italo-estadounidense.


Silvia Federici (Parma, Italia, 24 de abril de 1942) es una escritora, profesora, activista feminista y marxista italo-estadounidense. En sus trabajos concluye que el trabajo reproductivo y de cuidados que hacen gratis las mujeres es la base sobre la que se sostiene el capitalismo.

En los años setenta fue una de las impulsoras de las campañas que comenzaron a reivindicar un salario para el trabajo doméstico realizado por las mujeres sin ninguna retribución ni reconocimiento como demanda de la economía feminista.

En la década de 1980 trabajó durante varios años como profesora en Nigeria. Ambas trayectorias convergen en dos de sus obras más conocidas: Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria (2004)​ y Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas (2013). Se sitúa en el movimiento autónomo dentro de la tradición marxista a la que critica desde el feminismo por considerar que Marx solamente valoró el trabajo asalariado y obvió el trabajo reproductivo -véase en este sentido su libro de 2018 El patriarcado del salario- de esta forma aportó una nueva perspectiva al análisis marxista y materialista del trabajo.

En la actualidad es profesora emérita de la Universidad Hofstra en Nueva York.

Viajó a Estados Unidos en 1967 para estudiar Filosofía en la Universidad de Buffalo.

En 1972, Federici participó en la fundación del Colectivo Feminista Internacional, organización que puso en marcha la campaña internacional Wages For Housework (WFH) a favor del salario por el trabajo doméstico. Con otros miembros de la organización como Mariarosa Dalla Costa y Selma James, y con autoras feministas como Maria Mies y Vandana Shiva, Federici ha sido instrumental en el desarrollo del concepto de "reproducción" como una clave para las relaciones de clase de explotación y dominación en contextos locales y globales, así como en el centro de las formas de autonomía y los comunes.

En los años 80 dio clases en la Universidad de Port Harcourt en Nigeria, y posteriormente se incorporó como profesora de Filosofía política y Estudios Internacionales en el New College de la Universidad Hofstra, universidad de la que es profesora emérita y Teaching Fellow. En los años 80 fue cofundadora del Committee for Academic Freedom in Africa, organización dedicada al apoyo de las luchas de estudiantes y profesorado en África contra los ajustes estructurales de las economías de África y los Sistemas Educativos. También es miembro de la asociación Midnight Notes Collective.

De 1987 a 2005 fue profesora de estudios internacionales, estudios de mujeres y realizó cursos de filosofía política en la Universidad Hofstra de Nueva York, publicando una serie de trabajos en este campo, incluyendo el aclamado Calibán y la bruja: la mujer, el cuerpo y la acumulación originaria (Autonomedia, 2004) traducido a numerosos idiomas. El libro detalla la relación entre los juicios de brujas europeas de los siglos XVI y XVII y el ascenso del capitalismo, destacando la relación continua entre la opresión y la acumulación en el desarrollo capitalista.

En sus trabajos, Federici analiza el capitalismo y el trabajo asalariado y reproductivo desde una perspectiva de género y denuncia que el cuerpo de las mujeres es la última frontera del capitalismo.

La mayoría de las mujeres trabajan fuera de casa pero siguen encargándose de este trabajo y tienen que absorber esta parte de tareas que antes eran públicas. Por otro lado, la crisis del empleo y del salario crea nuevas tensiones entre las mujeres y los hombres. Que las mujeres tengan más autonomía ha creado tensiones y un aumento de la violencia masculina. El hecho de que los hombres no tengan el poder económico y al mismo tiempo las mujeres reivindican una mayor autonomía ha creado formas de violencia masculina contra las mujeres que se pueden ver en todo el mundo.

Silvia Federici (2014)

Federici denuncia también la intervención de la ONU en la agenda y las políticas feministas con el objetivo de usar el feminismo para promover el neoliberalismo y para contrarrestar el potencial subversivo que tenía el movimiento de mujeres en términos, por ejemplo, de lucha contra la división sexual del trabajo y contra todos los mecanismos de explotación.

A través de varias conferencias mundiales, por ejemplo, se presentaban así misma como la representación de las mujeres del mundo y de lo que es o no el feminismo. Por otro lado, su otro objetivo era 'educar' a los gobiernos del mundo en que algo tenía que cambiar en la legislación laboral para permitir la entrada de las mujeres en el trabajo asalariado.

Silvia Federici (2014)

Por sus posturas, el pensamiento de Silvia Federici ha sido situado "en sintonía con un comunismo anárquico de corte kropotkiniano".

Federici publicó en 2004 Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (Caliban and the Witch: Women, the Body and Primitive Accumulation) donde desarrolla las teorías de Leopoldina Fortunati. Silvia argumenta contra la teoría de la acumulación primitiva de Karl Marx. Para Marx la acumulación primitiva era precursora del capitalismo, para Federici la acumulación primitiva es una característica fundamental y básica del capitalismo ya que el capitalismo, con el fin de perpetuarse, requiere de una infusión constante de capital expropiado. En sus recientes presentaciones públicas Federici, que podría calificarse como una socióloga marxista-feminista del trabajo, ha sostenido su apoyo al reconocimiento del trabajo doméstico, el trabajo sexual y especialmente, la lucha por los comunes.

En el capitalismo, existe una organización del trabajo que tiene dos vertientes: los hombres y ahora también algunas mujeres desarrollan la producción de mercancías; las mujeres llevan a cabo la producción de la fuerza de trabajo para el mercado. La discriminación viene del hecho de que este trabajo es inapreciable. El trabajador masculino tiene cierto poder social, por muy limitado que sea, debido a que cobra un sueldo y que su trabajo está reconocido. Pero la realidad es que, si observamos el capitalismo a través del trabajo asalariado, que incluye trabajo asalariado y trabajo no asalariado, veremos como la relación salarial es mucho más compleja que si sólo tenemos en cuenta el trabajo asalariado, puesto que el trabajo asalariado incluye también mecanismos de exclusión; incluye, como de hecho dice Marx, mecanismos para la extracción de trabajo no asalariado. Marx habría olvidado el trabajo reproductivo (la reproducción de seres humanos), que es tan importante y necesaria para el capitalismo.​ Federici relaciona esta expropiación con el trabajo reproductivo y no remunerado que realizan las mujeres y con la reproducción, clave para el surgimiento de una economía capitalista basada en el trabajo asalariado. En relación con esto, describe la lucha histórica por los bienes comunes y la lucha por el comunalismo. En lugar de ver al capitalismo como un triunfo liberador del feudalismo, Federici interpreta el ascenso del capitalismo como un movimiento reaccionario para eliminar el comunalismo y mantener el contrato social básico tradicional.

La autora sitúa la institucionalización de la violación así como los procesos, torturas y quemas de las herejes y la caza de brujas, en el centro de una subyugación metódica de las mujeres y la apropiación de su fuerza de trabajo. Esto está ligado a la expropiación colonial y proporciona un marco para la comprensión de la labor del Fondo Monetario Internacional el Banco Mundial y otras instituciones que promueven activamente y participación en un nuevo ciclo de acumulación primitiva, por la cual todos los bienes comunes como el agua, las semillas, incluso nuestro código genético están siendo privatizados en lo que equivale a una nueva ronda de apropiación de bienes básicos relacionados con la supervivencia.

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